Un día de estos, de tantos, de muchos, de todos los que solemos vivir, en medio de utopías y confrontando realidades, caminaré sin rumbo fijo, solo dejándome llevar por el instinto de seguir existiendo, dos ideas fijas han de permanecer atrapadas entre los recobejos de esta mente que me preocupa y ocupa: vivir y amar.
Vivo en una incesante y desgarradora contienda entre “alma y cuerpo”, créanme, en más de una ocasión mi alma se ha fugado de mi, cansada, marchita de todo cuanto mi cuerpo vive, ah pero es mi obligación decirles que regresa triunfante, con el rostro lavado y una eterna sonrisa llena de ironía y de burla, con ello, los enemigos entienden y sobreentienden ¡No pudimos con ella!
Permanecer de pie cuando todo se vuelve contra mí ha sido un trabajo cotidiano donde mi labor es ardua, con un horario abrumador de 24 x 24, si alguien se llegase a preguntar ¿estará cansada esta mujer? La respuesta inherente es -¡no! Porque el día que me cansé será entonces que deje de existir.
Las cuestiones emocionales no han sido del todo buenas, más segura estoy que si hoy vivo sola, el día de mañana me espera encontrar y conocer a ese hombre especial en mi vida, que me acepte por lo que soy y oferto a garrafales, ese hombre que sea capaz de amarme, de sacrificar sus tiempos de reposo por tan solo estar a mi lado unos minutos y contemplarme a los ojos sabido de que en ellos encontrará esperanzas y sueños donde el dios cronos será el participante activo de mis mañanas, que los errores de mi pasado son tan solo las edificaciones perfectas de lo que hoy soy, que se preocupe de mi presente y ocupe de mi futuro. Deseo encontrar a ese hombre que quizás tan solo viva anidado en mis sueños como una constante motivante de lo que puedo vivir a futuro.
Quizás y el “quizás” nunca llegue pues como bien dice Paulo Coelho “la vida es muy rápida; hace que la gente pase del cielo al infierno en cuestión de segundos”, pero heme aquí esperanzada, con los brazos abiertos a la realidad de mi existir y esperando por “el”, se que ha de llegar en el momento preciso, ni antes, ni después, tan solo en el momento justo donde los engranajes de nuestras vidas logren acoplarse.
A ti, mi ser desconocido (pero conocido en mis sueños) te espero con ansias para depositar en tu corazón un poquito de la esencia de esta mujer que tan solo pide ser amada y respetada.
Hasta pronto, pues se que está cerca el día de conocerte.
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