Observo pasar los días cual niña en orfanato, que ansía el sí de una familia adoptiva, viendo como los terrenos de mi vida se encuentran desolados, inhóspitos, grises, inmersa en ilustraciones repetitivas de cimientos hechos y construidos con la ilusión de un “quizás”. Torrentes de relatos se dejan colar por mi mente, no existe un solo segundo donde no esté “él”.
Entiendo poco lo que siento y solo veo caer del sol las llamas que laceran no solo la piel sino mis ganas de vivir, en cada llama una ofensa, una duda, un despertar y abrir estos ojos que solo veían para ti.
Muero en el abandono con la daga filosa del dolor y del olvido clavada a mitad de mi alma, sangro profusamente y tú… ¡dejándome morir!
Tú temor se volvió prudente…
mí realidad inaceptable,
colocándome a las puertas del infierno…
del infierno de un adiós eterno.
La desnudez y la transparencia de mi proceder para tus ojos fueron solo oscuridades donde un “todo” se convirtió en “nada” y tan solo bastaron segundos para derribar mis castillos de amor construidos junto a ti.
Podrás borrar físicamente todo cuanto te haga recordarme pero en tu pensamiento y en tú corazón he de estar eternamente pues yo cobardemente he decidido mandar a dormir eternamente al corazón, apagar lentamente su latido y no volver a escucharlo jamás.
Copyright © 2011 by Doris B.P All rights reserved
No hay comentarios:
Publicar un comentario