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sábado, 10 de julio de 2010

Gránulos de hastío

Aburrida, más vieja y mas cansada me siento frente a la desdicha de mi razón, la brisa matinal de la nada me ha hecho emular cada dolor añado lanzándome desde los riscos de la vida al vacio del ayer, me siento atada al edén y a esos mundos derrumbados donde no soy la heroína ni de mi propio existir, me empujan las olas a tierra firme donde le haré cosquillas al cielo y con una sonrisa plena le he de dar la bienvenida a las estrellas, a ellas que debo mis sonrisas dulces y mis lágrimas saladas.

Hoy… Hoy solo quiero descansar, corazón y mente no soportan más, mi cuerpo yace sobre miles de gránulos de hastío, mis pies, mis manos, todo lo que conforma a esta mujer tan solo tiritan de frio… ¡Dios! ¿Qué pasa? ¿Por qué veo mi cuerpo boca abajo? ¡No siento dolor, ni frío! No… ¡No por favor! Que alguien me ayude, no pongan esa sábana blanca sobre mi ¿Qué no me escuchan? ¡Quiero vivir! Dios perdóname ¿Qué he hecho?

Caminé y caminé, el cansancio comenzó a aparecer, pero no desistí, de pronto, una luz hermosa me hizo experimentar la tranquilidad que jamás en vida sentí, al estar bajo ella, mis abuelitos y mi hermana se acercaron a mi ¡Salí corriendo a apretarla fuertemente! Ella había muerto siendo tan solo niña. Le entregué miles de besos por todos los que tal vez nunca le di, mis abuelitos eran jóvenes, fuertes y felices, los cuatro abrazados no parábamos de llorar, les conté mis penas, mis dolores y mis alegrías, cuando de pronto Carime, mi hermana, cubre con sus cálidas manos mi boca y viendo a los ojos me dice: Gorda, aún tienes muchas cosas por hacer, tus hijas ¿Has pensado en ellas? En el dolor que les heredas en vida, las condenas a vivir en la orfandad dejándolas desvalidas, ellas te necesitan, mis papás ¿Los has visto cómo están? Están destrozados, apenas si pueden caminar, anda, regresa por el sendero que te trajo hasta aquí que haya abajo te esperan miles de bendiciones y esa felicidad que tanto anhelas, conocerás a ese hombre que te ame de verdad, que te valore y respete, pero que sobre todo acepte y quiera a tus hijas, encontrarás por fin tu felicidad tan añorada. Anda hermanita, regresa a la tierra por como bien has dicho toda tu vida ¡Regresa a pelearle a la vida lo que por derecho te corresponda! ¡Jamás te has dado por vencida ante nada ni ante nadie!... Mis abuelitos solo me abrazaron y viéndome a los ojos se despidieron de mí.

Caminando de nuevo en ese sendero comprendí que nadie valía la pena para estar así, para renunciar a los placeres de mi existir… ¡Vida, nada te debo! Y con placer he pagado a base de dolor y frustración cada error cometido, pues ahora que he salido de ese túnel ¡Estoy viva! Y con eso me ha de bastar para ser feliz llevando a mi cuesta la tropa triunfante del placer de la juventud.

©Todos los derechos reservados
AUT. DORIS B.P

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