Cuantos cuentos he contado, pero este es el primero que cuento con el corazón.
Era se una vez en un pueblito alejado de las grandes urbes, pero no libre de chismes e injurias, en el habitaban personas buenas y malas, unas sin sueños ni aspiraciones y otras por lo contrario, poseían la magia del deseo de superación y con una profunda sed de triunfo y precisamente en este último grupo de personas, se encontraba un personaje llamado lebA, quien venía de una familia humilde y trabajadora, donde en su niñez, para su mala suerte, experimentó golpes propiciados por su padre, cuentan las personas que les conocían, que al unísono de nuestro noble personaje salían corriendo los perros, pues también ellos temían que en la repartición de golpes a ellos les tocara uno, este niño de quien les hablo, contaba con la protección de su madre, una mujercita bella y adorable, cabellera de blancas nubes y de menudo cuerpo, pero con un corazón de oro, mas grande que mi bella luna.
Grandes anécdotas contaba lebA de su niñez, pues a pesar de su corta edad y los momentos difíciles que tuvo que atravesar, esta etapa de su vida fue alegremente disfrutada, con apenas un cartón de huevo como juguete, sus hermanos y el solían imaginar que era un auto último modelo, con poderes múltiples como en las grandes películas de ciencia ficción se veía.
Como en todo ser humano, el crecimiento es inaplazable, llega el momento de cursar sus estudios a nivel secundaria y decide valientemente enfrentar a su padre para solicitarle su apoyo, no contaba con que la respuesta no fuera nada favorable para él, poniendo como excusa la falta de dinero y una pregunta que marcaría su vida: hijo, ¿para qué estudias? Mírame a mí, con tantos hijos y bien que les puedo dar de comer, no tendrán lujos pero si comida. Leba con el rostro desencajado y con una mezcla de dolor y de impotencias, veía pasar a sus amiguitos con las mochilas y el uniforme de la escuela, repitiéndose día a día: algún día no muy lejano yo también tendré la oportunidad de continuar con mis estudios, lejos de minimizar su espíritu todo esto lo motivaba a continuar con sus sueños y metas a las cuales llegar.
Un día de tantos, nuevamente decide tomar a la valentía por estandarte y salir de aquel pueblo que lo vio nacer, llevándose consigo, en una caja de cartón, tan solo un poco de ropa, unos huaraches desgastados y un libro de superación personal, la terminal anunciaba en sus parlantes: próxima salida a la Cd. De México 7:45 am, favor de abordar, lebA, con la decisión firme de continuar sus estudios, se levanta de el asiento recordando las palabras que a su padre había dicho: Le voy a demostrar que solo, sin su apoyo, voy a continuar con mis estudios, no he de regresar a este pueblo hasta que tenga entre mis manos un título para entregarle.
Pues bien, llega a la Cd. De México y después de luchas arduas entra a la secundaria nocturna ya que por las mañanas tenía que trabajar para costear sus estudios, conoce a un profesor que lo apoyó incondicionalmente, este le obsequia un uniforme y la oportunidad de estudiar en esta escuela adoptándolo como casi un hijo pues en el veía el deseo de superación, pero sobre todo el cumplir aquella promesa que le había hecho a su padre. Llegó el momento de su clausura a la cual no pudo asistir debido a las exigencias económicas que esta implicaba. Al otro día después de cumplir con su labor de buen trabajador, decide ir a recoger sus papeles que lo acreditaban como un chico que había culminado sus estudios de nivel secundaria, no contaba, con que aquel profesor, que después se convertiría en director de aquella institución donde el cursaba sus estudios le tuviera preparada la sorpresa más grande de su vida. Entra a la secundaria, toca la puerta de la dirección, la abre y escucha al director diciéndole: hijo, ¡Felicidades! Sabes, tengo tus documentos en mi casa, acompáñame ahí te los he de entregar. Decide acompañar a aquel profesor al cual tenía un profundo respeto y admiración a pesar, de que esto implicaba trasladarse desde el norte hasta el sur de la ciudad y gastar los pocos pesos que traía en bolsa para su retorno, pues pensaba, que bien valía la pena ya que ahí recibiría sus documentos.
Llegan a la casa del Profesor, entran y estaba toda una familia reunida para transformarse en ese momento, como se dice en mi pueblo en el homenajeado, le dice el Profesor: He hecho preparar a mi esposa una comida especial para ti, para festejar tus estudios culminados en mi escuela, eres como un hijo para mi y ¿sabes qué? ¡Eres un hombre digno de admirar!. Leba, con los ojos llenos de lagrimas, agacha su mirada y secándose las lagrimas, dice: gracias no esperaba algo así, a lo que contesta el Profesor: hijo, jamás agache su mirada ante nada ni nadie.
Después de digno festejo, retorna con sus documentos en mano y con nuevos retos por cumplir. En la ruta que lo llevaría de retorno a lo que para ese momento era su hogar, comienza a trazarse una nueva vida pues quería ser Profesor y ya tenía la escuela la cual le permitiría lograrlo, donde conocería a amigos entrañables.
Para no prolongar tanto este relato de una vida, en el transcurso de sus últimos años de estudio conoce a la mujer que le robaría el corazón y después de graduarse y titularse decide pedirla en matrimonio teniendo como fruto de ese amor a dos hijos, la mayor nace en el mes de febrero y deciden ponerle por nombre Brenda Denisse y después de unos cuantos años más, llegó el nacimiento de un hijo varón en el mes de Julio poniéndole por nombre Francisco Javier.
Fueron 22 años de bello matrimonio, pero la vida le tenía preparada las más dolorosa de las noticias, le diagnostican a su amada esposa “cáncer”, el luchó con todo su ser consultando a diversos Doctores con la ilusión de que alguno de ellos le diera nuevas esperanzas de vida. Fueron largos años de lucha por vencer el cáncer, operaciones y quimioterapias, y el ver como día a día la vida de su esposa se iba consumiendo, con la impotencia propia del no poder hacer nada mas por ella. Muere un 9 de Enero en los Estados Unidos de Norteamérica (R.I.P), quedando el solo con sus hijos y con la esperanza de que en cuanto al tiempo que la ley impone le permita exhumar su cuerpo y traerlo hasta su país natal.
Tuve el placer de haber conocido a este hombre que atravesaba por una profunda depresión pues había perdido a lo que tanto amó y respetó hasta el último día de su vida. 20 de Abril, una fecha la cual jamás he de olvidar, fue el día en que las coincidencias de la vida o el destino me permitieron conocerlo; durante casi tres meses, solía enviarle por las mañanas, tardes y noches mensajes de texto lo suficientemente fuertes para alentarlo a seguir viviendo y permanecer erguido, casi sin percatarme, me fui enamorando de el, al grado de convertirlo en el amor de mi vida, es hasta el 19 de Julio, fecha de mi onomástico, que escucho el timbre de mi celular justo a las doce de la noche y al levantarlo de mi almohada grato fue ver que decía: lebA llamando, al contestar escuché a un hombre completo diciéndome: ¡Felicidades bonita! Y después de una larga charla, casi al terminar la llamada me dice: sabes que, aún hay algo que no te he dicho: ¡TE AMO!, no puedo negar que me quedé pasmada y sin poder articular palabra alguna, después de unos segundos de silencio eterno, me armo de valor y digo: ¿estás totalmente seguro? A lo que contesta lebA: claro que estoy seguro, sino no te lo hubiese dicho. Después de escuchar majestuosas palabras, solo atiné a decirle: pues bien, si seguro estás, quiero que sepas que te entrego mi corazón y que seré yo quien te lleve a descubrir nuevamente la felicidad y te haga disfrutar de la bendición de estar con vida.
Fueron muchas las rupturas que acompañaron a nuestro idilio de amor, unas, por la situación emocional que aun, a pesar de estar a mi lado atravesaba, pero jamás me rendí, pues si de algo tenía plena seguridad, era de su amor, y otras rupturas fueron acompañas de chismes e injurias en mi contra y sin negarlo, algunas verdades que decidí ocultar por temor a perderlo, y por que ya era bien conocido por mi los preceptos sociales e ideológicos que el poseía.
Descubrí a su lado la magia de contemplar la luna y ver las estrellas juntos, abrazados en una terraza y viendo al firmamento llenos de sueños y planes de vida, viajamos, disfrutamos de logros profesionales, sin haber un solo día sin que yo no le repitiera miles de veces lo que lo amaba. Incontables fueron las ocasiones que no me importaba viajar casi siete horas para llegar hasta donde estaba el, tan solo, para mendigar un poco de su amor. Juntos soñamos en pasar el resto de nuestros días atados al bello sentimiento del amor. Más no he de ocultar que mi temor de perder a lo que amaba como a nadie, me llevó a transformarme en una mujer llena de inseguridades, de celos y de exigencias locas.
Después de dos años cuatro meses de relación esta culmina, han pasado ya cuatro meses de larga espera por un milagro, aun sueño con verlo tocar a mi puerta y decirme que aun me ama, que su amor resultó triunfante y que lo motivó a venirme a buscar, mas tengo la leve sospecha que alguien ocupa ya mi lugar, alguien escribe una nueva historia a su lado y de ella si no es mi deseo hablar pues aun duele la herida, aun lo espero, aun mi amor no caduca.
Necesitaba urgentemente saber de ti y buscando en la frialdad de mis sabanas encontré el polo norte de tu corazón, no hay suplica mayor que logre contestes a mis correos electrónicos y bien sabida estoy de que esta tu historia de vida y nuestra historia de amor acaso podría cautivar tu tiempo, te la dejo como un presente por esta navidad que se aproxima y la cual por desgracia no espero, pues estará colmada de dolor y de sueños quebrantados. Me atreví a soñar, me enseñaste a volar en el infinito universo de nuestro amor, pero la caída resultó mortal para esta pobre alma que tan solo te amaba como jamás nadie lo hará, sin límites, sin condiciones y sin intereses vánales.
Si llegas a visitar tu tierra bella, recuerda que aquí, aún hay una mujer que espera cumplas aquella promesa de venir a verme esta navidad aunque sea por última vez.
TE AMO ABEL RENTERIA ALVAREZ.
ATENTAMENTE
TU GÜERA BONITA
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