Maestro incansable, hacedor de conocimientos, constructor de vidas, así te nombra la sociedad. Irrefutable es que en tu andar triste y pausado denotas el cansancio de tu ardua labor, pero que al ver entre tus manos el triunfo palpable de un alumno, te transformas en el potente artefacto que al inicio de tu carrera fuiste. Emulo al instante donde a bien decidiste esta tu noble profesión, sabido estabas que no todo era dulzura, pues se tiene que degustar de derrotas propias del hacer y quehacer de la docencia, logrando encontrar en las muestras de afecto de tus alumnos la necesaria motivación para continuar avante.
Si bien es cierto, hay dos tipos de educación, la que te enseña a ganarte la vida y la que te enseña a vivir, y tú maestro ¿De qué lado de la frontera te encuentras? Espero que no des respuesta a mi pregunta, pues el profesor actual debe ser el facilitador, guía y constructor en ambos tipos de conocimiento.
Concluyo estas mis humildes líneas diciéndoles:
¡SALUCITACIONES MAESTROS! Que en el día a día de nuestro quehacer docente, aún nos esperan nuevas metas a las cuales llegar triunfantes.
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