Perdón es que les pido por arrebatarles de entre sus manos la oportunidad de tener una familia, fueron muchos los errores que papá y mamá cometieron, la inmadurez y la juventud, que resultaron ser nuestros principales enemigos, obsequiándoles, sin deberle nada a la vida, pantanos y oscuridades, quedando perdido el mundo promisorio que soñábamos para ustedes.
Aún recuerdo sus piecitos que pataleaban en mis entrañas, y con ese simple movimiento me animaban a continuar luchando por salvar la relación infértil que ya tenían quienes les dimos la vida. Plegarias de salvación, eran las que yo clamaba a mi Dios padre, pero el destino nos marcó nuevos senderos que ustedes saben, han sido sinuosos para las tres.
Perdón por hacerlas presas de las burlas de sus compañeritos de escuela -¡Tu no tienes familia! Les decían, y aún recuerdo sus respuestas: -¡Yo no tendré un padre a mi lado para cuidarme y protegerme, pero si tengo una madre que daría su vida por mí! Y ante este próximo pasado ya no hay nada por hacer, todo ha culminado con la separación legal de sus padres, y se, que aun cuando de sus labios no salgan reproches, a lo largo de los años las he escuchado en silencio como lloran por haberles negado una familia, hijas mías ¡Me matan en vida!, para ese instante recorren por mi mente los hubiera, “si hubiera hecho esto o aquello”… ¿Qué sería de nuestras vidas? Pero la razón me trae las respuestas: Esa relación nunca tuvo un mañana.
Y hoy es que nuevamente les pido perdón por qué bien se que tuvieron el sueño de que Papá Abel y yo junto con ustedes y sus hijos formásemos una familia y con mis errores, lo eché todo a perder.
Concluyo: No sirvo para vivir la vida, solo se vivir entre las tinieblas de mis sueños.
Perdón hijas mías por arrebatarles sus sueños e ilusiones. Jamás me lo perdonaré.
¡Las amo!
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